En el latín es donde nos encontramos el origen etimológico de la palabra energía. Más exactamente lo hayamos en el término energīa, el cual a su vez, según se ha determinado, procede de la palabra griega ένέρϒεια.
El concepto de energía está relacionado con la capacidad de generar movimiento o lograr la transformación de algo. Se utiliza el concepto de Energía Metabolizable (EM) para expresar la fracción de energía bruta ingerida utilizada, en vez de Energía Digestible, ya que tanto orina como heces son excretadas simultáneamente en la cloaca. La EM puede calcularse in vivo como la diferencia entre la energía bruta ingresada y la excretada, dividido por la cantidad de alimento. Este cálculo da la EM aparente, ya que no han sido consideradas las pérdidas endógenas, subestimando el valor energético de los alimentos. Para calcular el valor de la EM verdadera es necesario sumar a la ecuación anterior la energía endógena excretada (EE) a la energía bruta excretada, quedando la ecuación de EMV como EMA más el cociente entre ee y la cantidad de alimento
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